Con la mirada en la lejanía, sus ojos habían quedado vacíos.
Con las manos en la masa, sus muñecas eran muñones.
Con los pies en el suelo, sus dedos se volvieron garras.
Su piel se escamó en bronce y las lágrimas del mar hicieron el resto.
Enviado hace 13 años 8 meses por Helios.
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