El amuleto

La hechicera entró en la sala, él estaba sentado.
-¿Que desea?
-Vengo a por un amuleto.- dijo con un acento extraño
-¿Contra que?
-Hmm... ¿como, contra que?
Ella le miro entre sorprendida y cansada, clavó sus ojos oscuros en los ojos azules de él buscando la broma pero vio que detrás de sus pupilas estaba serio, luego acaricio con su vista su rostro, lo noto suave y esa sensación la sumió en un suspiro. Luego bajo por su cuerpo siguiendo una gota de sudor que recorría su cuello y se escondió en la camisa abierta.
-Pues eso, malos espíritus, mal de ojo, algún hechizo...
-No no es...
-Quizá algo para la suerte, algún amor secreto oh... se quedó pensativa viendo su cara, ese color claro que tan poco veía por allí.
-Bueno es por mi pierna, dijo sonrojado.
-¿Un amuleto para la pierna? preguntó sorprendida.... -Cuéntame la historia.
-¿Toda?
-Si. luego yo te daré el amuleto que necesites.
-Bien, Yo vengo de Noruega y llegue hace 12 años, conocí...
-Espera espera, cuéntame pero de otra forma, no me gustan las historias normales, llénala de vida
- yo no soy de aquí, ni de allí ahora supongo, Que vengo de la frontera de Noruega y llegue aquí hace unos años, como quien dice con el corazón congelado -él le miró como pidiendo aprobación, ella se la dio con su sonrisa- y se me descongeló poco a poco, gotita a gotita hasta que latía como uno más a vuestro ritmo. Yo era entonces de allí y allá, antes de hacerme de aquí y acá, pero luego de esta tierra supe que no podía volver, que si podía volver pero que no podía volver a mi mismo, al espacio que me esperaba allí, allá, porque cuando uno se va, los que quedan le guardan su espacio, su espacio en la casa, en el cerebro, un espacio en el que a los pocos meses supe que no encajaba, y me quede sin ser de allí...
pero no era tampoco de aquí, porque aquí no había espacio para los que llegan de repente, que hay que nacer para ganarse un espacio aquí supongo, y sino, hay como un lugar común en el que te ponen y aunque no seas o no quepas te tienes que conformar, y me hice a ese lugar y me amolde y me encogí, que yo no entraba ahí...
pero podía ver fuera y eso me cambiaba, me cambio tanto que cada vez que me acomodaba de nuevo cambiaba por una de mis partes, y cada día que vivía aquí deje de entrar en ese espacio al anochecer, y al amanecer amoldado de nuevo volvía a cambiar...
es que yo no vivía, respiraba y comía y todo eso que te hace vivir pero vivía como decirlo, más adentro, más solo y más rodeado de gente, y era anónimo y si eres anónimo para los que rozas a diario no se si no eres o eres a medias, y ser a medias es eso comer sin sabor beber sin sed y morir sin vivir...
y me deje cambiar, y para romper el espacio, entre en ella, que fue amor del vuestro, de ese loco, ciego y sin reflexión, y dos años después cuando nos paramos a pensar vimos ese vacío, entre nosotros...
no digo que fuera mas grande por el tequila o que sus ojos negros absorbían los míos y mis ojos azules deslumbraran los suyos y por eso no nos veíamos, pero yo iba cambiando hacia ella y el cambiar la hacia ver lo que realmente había sido, o era o seria, si me hubiera quedado quieto...
no se puede supongo...
cuando se fue me di cuenta de que era yo el que me había marchado y lo peor es que yo no era de allí de aquí de acá quiero decir y jamás lo sería que había aprendido mucho pero si me iba sin enseñar nada sería como no haber estado
porque tu no has estado en un lugar en el que dices haber estado aunque lo demuestres tus fotos si los de allí no se acuerdan que has estado
quizá has estado mirándolo u oliéndolo o robando algo pero no has estado
Y decidí empezar a estar un tiempo antes de marcharme
y comencé a enseñar lo que yo sabia
y mi hueco se empezó a amoldar a mí y me empezaron a conocer
y en su conocer me comencé a reconocer, y bueno
me he quedado
hasta lo de la pierna por eso venia a por el amuleto.

Ella le miro sorprendida sin comprender que deseaba, él no parecía saber más que ella, así que se agacho debajo la mesa para mirarle la pierna.
No tenía pierna, la derecha no estaba.
Ella levanto la cabeza y dijo pensativa
-...Una muleta, ¡lo que tu quieres es una muleta!..., eso tendrás que ir al lado que trabajan la madera y pedirles que te hagan una de tu medida.

Cuando salía a la pata coja le grito entre risas.
-Pide una muleta no un amuleto...y por favor ,dijo en un susurro, cuéntales tu historia.


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