una somnolienta tarde de siesta, una de esas siestas en que es pronto para el amor y tarde para el onanismo; nunca suena un clarín cuando entras en el cielo, y aquí mi desamor conviviendo con mi pereza, y tu que me miras descarada con ganas de quererme; deja que me duerma que quizá sueñe conmigo, y puede que si me dejas vivir lo suficiente aprenda a echarte de menos entre los brazos del olvido, mi peor consejero, mi conciencia, mi mismo yo que no quiere reconocerse en las babas de este moribundo que sestea. Tras la baba estaba yo, yo ya soy tú y empiezo a echarte de menos
Enviado hace 17 años 3 meses por wotan333.
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Comentarios
¡Hombre, wotan! También por aquí se te echaba de menos.
sonrío sobre este ciberpapel, y correspondo al sentimiento