Alcohol de quemar

Un cuadernillo a la mitad con palabras rápidamente escritas:

¿Por qué bebo? Para escribir poesía.
A menudo arrojo el rostro a la noche, pero yo a la muerte no temo; solo la vida me hace temblar.
Pájaros extraños escoltaban mi cabeza hasta que un día me saqué el corazón con un sacacorchos, lo trituré hasta hacerlo líquido y lo bebí y lo bebí y lo bebí hasta hacer el amor con la Muerte.
Regresando a casa con la niebla de la mañana, el cielo olía ardiente en mitad del campo negro como alquitrán.
Me sacaron del automóvil por la fuerza: uno sostenía la metralleta como una bestia imposible de parar, otros me azotaban con látigos del demonio. Casuales transeúntes fueron acercándose despacio, escupieron y escaparon maldiciendo.
No tenía miedo ni mucho menos: solo temía al estampido.
Tiempo después oriné a toda prisa bajo el cielo del WC del burdel nocturno. Con el cuerpo destrozado el espíritu se hace cada vez más fuerte: escupes al destino.
Ya no queda plaza de paz. Sólo perros, huesos de hombre, reinos de sátrapas. ¿No podríamos existir como inocentes duendes que propagan juergas y sacan el dedo a los dioses?
¡Vayamos, más bien, tal vez a follar, al aire libre!
Porque ¿quién desea la muerte?- me pregunto -, y la musa salvaje ríe y me dice : "amigo, te vemos, ven de nuevo a la fuente. Soy real, ven y tómame una instantánea".


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