Me levanté esta mañana con mi perilla checa. El café estaba caliente y no podía olvidar mis guantes, porque además no era precisamente otoño.
Por la calle vi cruzar una mujer con unos lóbulos muy marcados: era la esposa de Buda, funcionario del Ministerio de Venga Usted Mañana. Ella volvía a casa ya que había olvidado sus cápsulas, pues era obsesa compulsiva.
Me decido: voy a decirle algo a esta chica del pañuelo negro. Era pariente de Ruth Gabriel, lo cual no tenía ninguna importancia ya que trabajaba en el cementerio. Se desmayó al verme y la abracé. Parecía no ser nada: la seguí. Todo estaba tan bien.....
El largo pasillo penetraba a fondo en la tierra. Los cuerpos estaban mal enterrados y la profundidad me daba vértigo: el olor me producía espasmos. Entre sus piernas no había más que tierra húmeda, en su cuello una reliquia de madera que conservaba de un chamán desaparecido trágicamente. Se deslizó fuera de sus escamas y me comparó con su verdugo. Hice un amago de escupir y se acercó complacientemente: mis manos se encendían.
Ella dejó su alma en mis brazos sin haber bebido de su agua: momentos de pena y arrepentimiento. Pero todo esto está tan bien......
Terminé por entrar en cualquier tecno-tugurio sin olvidarme mi perilla checa: las camareras eran muy atentas, lo cual es tranquilizador si piensas en ello. Elijo las pastillas de colorines pero la máquina de metal caliente sigue aspirándome. En el último momento, si lloro, será de risa. Todo está tan bien.....
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