Descanso dormido y fresco un sueño fatuo que rasga mi muerte. Pero más duro es el cielo: estertor helado de altura infinita.
No escuches la crítica del orador malsano que vomita palabras sin sentido. Habla pidiendo a sí mismo una fétida parábola que le descubra el sentido de su vana retórica.
Salvando el destino de un salto, la línea horizontal e infinita se transforma en suspiro.
Pero yo ya no existo.
Necesito descansar, ¡no puedo más!
Solo mi débil espíritu me mantiene sentado, sumiso y callado.
Aunque no está tan mal, todo depende del filtro con el que lo quieras mirar. El mío está sucio. ¡Dónde lo puedo limpiar?
(un día de 1998 en clase de Infecciosas)
Enviado hace 20 años 2 semanas por Nagual.
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Comentarios
mal sitio ese