Dicen que al que madruga Dios le ayuda, aunque por mucho madrugar no amanezca más temprano:
Hoy me he levantado a las 7 de la mañana (hay que ser tonto para madrugar tanto) para redactar un informe del trabajo (doblemente tonto por trabajar un sábado). Cuando voy a guardar todo lo que había escrito durante 2 horas, me armo la picha un lío y lo borro todo (tonto al cubo). Como corresponde, me agarro un cabreo supino, me cojo la tarjeta de crédito y me voy a MediaMarket a comprarme un lapicero de memoria para el ordenador, con el fin de que no me volviera a pasar otra vez lo mismo. Cuando llego a la tienda eran la 9:50, así que me toca estar esperando hasta que abran y todo por no usar reloj (tonto a la cuarta potencia). Cuando por fin abren entro directo a por el lapicero y rápidamente me voy a la caja a pagar con mi tarjeta. La cajera, muy amable y muy guapa, me pregunta, ¿cuál es su código postal?, a lo que respondo yo, ¿para qué lo quiere?, para hacer estadísticas, me responde ella. Yo, con intención de responder, le digo, no me gustan las estadísticas, y antes de que me dejara decirle mi código postal ella replica, bueno, te entiendo, ya me invento yo uno. Pasa la tarjeta por la ranura, echo la firma y me voy al coche rápidamente. Cuando estaba saliendo de la tienda me fijo en el ticket de compra y en la base del mismo veo escrito con letras más grandes que estas:
“YO NO SOY TONTO”
Sorprendido, ofendido y un poco atontado por el impacto de la frase, me doy la vuelta y le digo a la cajera –Mire, he vuelto porque me ha hecho mucha gracia la frase que viene en el comprobante. Se la leo, y me dice, ¿no has visto lo que pone en la bolsa? Ponía: UN TONTO NUNCA LLEVARÍA ESTA BOLSA, es nuestra publicidad, dice muy seria, la verdad es que hay gente que no está muy de acuerdo con ella. La miro, le echo una sonrisa y le digo, no me extraña, es un poco ofensiva. Estáis llamando tontos a los que no compran aquí. Me sonrie, nos despedimos y me voy con mi lápiz al coche.
Tras bajar interminables escaleras mecánicas mi indignación va en aumento. Cuando por fin me siento al volante me empieza a salir humo por las orejas y como soy tonto a la cuarta (o a la quinta, ya he perdido la cuenta), decido ir a la oficina de atención al cliente para devolver el lápiz y recuperar mi dinero porque tal ofensa debe constar en algún sitio. Así se lo hago saber al empleado, que muy amablemene me atiende, y tras firmar un papel, en el que pone: 'ha devuelto el lápiz LG 512 porque no le ha gustado la publicidad del comprobante', me manda a otro mostrador donde me hacen el reingreso en mi cuenta del importe gastado.
Muy feliz me vuelvo al coche, bajando las correspondientes escaleras y rampas y cuando estoy otra vez al volante pienso... Pero si... si... YO SOY TONTO. Y como tonto que soy (tonto a la enésima potencia) decido volver a la tienda y comprarme de nuevo el lápiz. Busco un cajero porque me apetecía tomar un café y no llevaba efectivo, pero no funcionaba ninguno. Así que entro otra vez, cojo otro lápiz igual, y me dirijo a la misma cajera: -Mire, como soy tonto he decidido comprarlo de todas formas. Sonríe y pasa de nuevo la tarjeta por la ranura, pero no va. Tras denodados intentos desiste y me manda a la caja de al lado donde milagrosamente la tarjeta pasa a la primera. Buenos días, señorita, Buenos días, caballero.
Cansado, con hambre y con ganas de cagar me dirijo nuevamente al coche. Cuando bajo la última escalera me empieza a entrar una risa que no puedo contener. Estallo en carcajadas y salgo zumbando de allí. Casi me meo.
Dicen que hombre refranero, hombre puñetero, yo diría, hombre refranero, es tonto. Aunque no rime.
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