Mermelada de mora

Te voy a contar dos cuentos que no conozco, que no he oído, que no he visto, que no han sucedido y de suceder solo una de ellos será real.
Te voy a contar dos historias que comienzan muchos años después de que el ultimo pájaro cantase en la ciudad.
Y las puedo contar porque desde que me volví mermelada cada historia de la mermelada que ha sucedido o sucederá se ha hecho parte de mi alma, de mi fuera y de mi dentro... y te estoy mintiendo... creeme...

Se levantó extraño con su cuerpo, miró sus manos arrugadas miró las paredes el techo, se toco la cara y se sorprendió de sus arrugas, se notó entumecido y se dió cuenta de que al menos tenía ochenta años. Había un espejo posado en la pared del fondo y se miró despacio. Debajo de su pelo blanco y despeinado había unos ojos azules que le devolvían la mirada, una cara marcada por muchos años, Le pareció que tenia marcas de haber llorado, de haber sufrido pero no estaba seguro de nada.

Había unos pantalones allí y se los puso y noto que eran suyos, buscó en los bolsillos algo que le diera respuestas. Encontró en el suelo una camisa, abrió la ventana, no se oía absolutamente nada desde la calle, miró a ambos lados y no vió a nadie. Dijo –hola-. Y al oír su voz, al saber que oía se extrañó mas de ese silencio.

Recorrió la casa vacía decidido porque aunque no sabía nada sabia donde iba sin saberlo. Bajó abajo en busca de su bicicleta y al abrir la puerta del garaje se encontró con varios vehículos que flotaban, por alguna razón no le sorprendieron aunque tampoco se los podía explicar, pero no paró en ellos. Fue hacia el fondo, donde había una puerta carcomida y la abrió, chirrió, rompió el silencio.

Sabía que estaba allí no se porque, una bicicleta cubierta de telarañas, oxidada, deshinchada, medio rota. La saco, la limpio, la curo con cariño, hincho sus ruedas con una bomba que gemía cada vez que daba aire, una la tuvo que parchear pero en pocos minutos salía de casa montado en una estupenda bicicleta destartalada.
Sabia donde iba y no sabia a que, ni por qué, ni que le llamaba.

El sol se mezcló con el sonido de su bicicleta, en cada pedalear se oía, “iiii y aaa, pi, po, put put”, y en cada bache, “ti,ti, tap tap, tu tup tup” y cada vez que giraba “fiiiiiiii o fu fut fu”, y el sillín hacia “pitipi tata ga” y la rueda de atrás “piririri bububu” y la de adelante “krikrakru kokoko” y así envuelto en esos sonidos seguía su camino.

El silencio que reinaba en todas partes se apartaba a su paso y al doblar la primera calle asomó una señora vieja con un señor viejito al lado diciendo –han vuelto los pájaros! los puedes oír querido?. -Si -dijo el poniendo la mano en su oreja.
Y de otra ventana se asomó otra señora con su nieto en brazos. –Escucha escucha, le dijo sonriente, hacia mas de treinta anos que no oía el cantar de los pájaros.
Y se asomó otro y otra, y se lleno de ancianos las ventanas mirando al cielo, intentando ver los pájaros.
Y nuestro viejecito seguía pedaleando despacio en su bicicleta que hacía los sonidos de los pájaros.
Y alguien dijo, mira, mira, ese señor va en una bicicleta seguro que va buscando los pájaros y bajo a por la suya.
Y muchos salieron, repararon corriendo sus bicicletas oxidadas. Y la calle se llenó de ancianos pedaleando en busca de los pájaros. Y cada bicicleta destartalada hacia “tu tu tu pi pi pi, pio pio pio”.
Una roja y divertida de una abuela desdentada hacía “turu tur turu”. “Pai pu pai pau pu pai” hacía la de otra verde. “Pop po poo” hacía la de un viejo sonriente y la ciudad se lleno del sonido de los pájaros.
Y al oírlo mas gente cogió sus bicicletas, y el silencio se desvaneció en tantos sonidos, tanta gente dando vueltas en sus bicis y mirando al cielo buscando felices de donde venía el sonido que venía de ellos.

Y nuestro viejecito siguió pedaleando, en una ciudad que pensó llena de pájaros, cruzándose a gente en bicicletas destartaladas que daban vueltas, sonrientes, ilusionados. Y eso le engañó, le hizo volver hacía tantos años a un momento que había quedado escondido en su mente. Iba a buscarla a ella, olvidó sus arrugas y su pelo blanco y se sintió flotar con el pedalear de su juventud, con su piel tersa y morena con su pelo castaño rizoso despeinado y pensó en ella. Su pelo negro y liso como las moras, su piel brillante como las moras, sus curvas curvas como las moras y le entro un escalofrío al pensarla.
Su mirada dulce, su beso suave, pedaleó mas rápido.

Cuando llegó al bosque comenzó a recoger moras. Ella siempre llegaba tarde, cuando el tenia ya un puñado, cuando su corazón latía y sus manos estaban oscuras de las moras, entonces ella llegaba y el ponía una en sus labios, ella cerraba los ojos y el le daba un beso, ella sonreía y le traía un tarrito llenó de mermelada de mora, cogía un poco en su dedo y se lo ponía en sus labios, el lo sentía despacio al cerrar sus ojos y luego ella le besaba. Y era tan especial esa mermelada, tenia un sabor que daba escalofríos que le hacia temblar, sentir, reír y llorar a la vez. El mezclaba su alma con los labios de ella mezclaba su alma con los labios de él.

Recogió muchas moras, hasta que cansado se sentó en un banco, desesperado, ella no venia.

Y unas horas después nuestro viejecito soltó las moras que se desparramaron por el suelo, agacho la cabeza y en el ruido de pájaros que ahora llenaba toda la ciudad comenzó a llorar.

lagrima-lagrima-lagrima-lagrima-lagrima-lagrima-lagrima-lagrima-lagrima-lagrima

Sintió la mano de alguien en su hombro. Se dio la vuelta y un jovencito con su misma cara le dijo sonriente,
-abuelo ya sabia que te iba encontrar aquí... pero has cogido la bicicleta? aun anda? , que curioso, al venir estaba toda la ciudad llena de viejos dando vueltas en sus bicicletas destartaladas que hacían unos sonidos en los que recordé a lo que me contabas tu que hacían los pájaros...pero abuelo! estas bien... estas llorando, estas bien?

El abuelo le miró despacio le agarro de la mano y le dijo
-hay memorias que se escriben en la mente con sonido y sin ese sonido son ilegibles El sonido de los pájaros me ha traído una historia que he llevado siempre en mi interior convertida en mermelada. Amar para siempre se hace muchas veces en una vida pero solo hay un amor para siempre en cada vida en el que el amor el sentimiento las risas las lagrimas las caricias y los besos se convierten en mermelada, puede ser dulce o amarga y eso cambia el antes y el después porque desde el sabor de esa mermelada vas a sentir el resto de los besos y las caricias que te regalen, y puede pasar mas veces pero la primera vez es tan intenso, tan inesperado y te llena hasta el ultimo resquicio de ti mismo que no se olvida jamás.

Fue aquí en este lugar donde yo me hice mermelada por primera vez. Era verano arreglaba bicicletas ahí al lado, en ese edificio gris y caído que ha perdido su color y solía parar por las tardes cuando las moras estaban maduras, recogía unas pocas y me sentaba en este banco. Un día, cuando vine ella estaba sentada en el banco, yo hice lo de siempre pero mirándola de reojo, era hermosísima, su pelo negro liso, sus ojos oscuros su piel dorada, venia de otro lugar... me clave varias zarzas cogiendo las moras, por estar mas pendiente de ella, y no me dolieron, que tonto. Ella me comenzó también a mirar
de reojo, con cara curiosa. Cuando tenia bastantes me acerque y le ofrecí una, me miro extrañada, entonces la puse en mi boca y la comí sonriente diciendo hmmm y le ofrecí otra. Ella me miro tranquila y acerco los labios a mis dedos y la cogió, sonrió e hizo hmmm, yo comí otra y puse otra en sus labios y los dos hicimos hmmm. Luego le di el resto de las moras. No podíamos entendernos pero no nos dimos cuenta de que no hablábamos el mismo idioma, era todo tan sencillo.

Al día siguiente vino cuando yo ya tenia un puñado y estaba sentado en el banco, se acerco a mí y le puse una mora en la boca, hizo hmm y sonrió, y saco un pequeño tarito con una mermelada oscura, metió su dedo en el tarro y lo poso en mis labios, deliciosa. Supe luego que trabajaba cerca en una confitería haciendo mermeladas deliciosas mermeladas. Y así se repitió todo el verano, cada día, yo recogía moras y ella traía mermelada de moras y era...

MERMELADA DE MORAS AMARGA O MERMELADA DE MORA DULCE

...una mermelada amarga como una lagrima, como el último beso, como el partir
...era una mermelada dulce como una sonrisa, como el primer beso, como el llegar

Y al final del verano cuando ya casi no salían moras vino un día con cara triste, con sus ojos negros húmedos y una sensación de haber llorado, puso un poco de mermelada en sus labios y me beso. Y me dio un papel antes de marcharse corriendo en el que ponía
Y al principio del otoño cuando ya casi no salían moras vino un día con cara triste, con sus ojos negros húmedos y una sensación de haber llorado, puso un poco de mermelada en sus labios y me beso. Y me dio un papel antes de marcharse despacio en el que ponía

“mañana volver a mi país, no volver a vernos, casar allí familia encontrar buen marido para mi”
“mañana volver a mi país, no volver a vernos, casar allí familia encontrar marido para mi”

Me quede rotito, esparcidas las moras por el suelo tan triste.
Me quede rotito, esparcidas las moras por el suelo tan triste.

Al día siguiente me marche corriendo del trabajo, no podía quitármela de la cabeza. Llegue a la estación pedaleando con el alma, un poco antes de que partiese el tren. Ella estaba en el anden y nos quedamos mirando. Me acerque, permaneció inmóvil, me pare a unos metros aterrado de no volver a rozarla. Fue una eternidad. Entonces se dio la vuelta caminando despacio hacia el tren.
Al día siguiente me marche corriendo del trabajo, no podía quitármela de la cabeza llegué a la estación pedaleando con el alma un poco antes de que partiese el tren. Ella estaba en el anden y nos quedamos mirando. Me acerque mientras ella permanecía inmóvil, me pare a unos metros aterrado de no volver a rozarla. Fue una eternidad entonces. Se dio la vuelta caminando despacio hacia el tren.

Cuando se alejaba un te amo salio del mi corazón y se asomo a mis labios y en un suspiro orgulloso me lo trague y el silencio se quedo roto por sus pasos que se iban, ausencia. Llore entonces y nunca supe si ella lloraba. Perdí su rostro para siempre, ausencia... ausencia... ausencia.
Cuando se alejaba un te amo nació en mi corazón y se asomo a mis labios y salio en un suspiro. Ella se paro cuando rozo sus oídos, se giro, lloraba, caminando hacia mi lloraba. Nos abrazamos llorando una dulce sensación que ya sería para siempre...

...pero he olvidado el resto de la historia

-Abuelo, esa historia me la contasteis tantas veces tu y la abuela...pero desde que ella murió has estado tan ausente, tan silencioso, pensé que nunca volverías a ser tú... ahora has vuelto y yo te contaré el resto de la historia las veces que me lo pidas, las veces que olvides pedírmelo, cada mañana si quieres. Es una historia preciosa... hermosísima...que te hará llorar algo dulce y feliz- y sus ojos brillaron, sus ojos negros, sus ojos negros brillaron sus ojos, brillaron, ojos
negros brillando contando esta historia, sus ojos negro, su brillo le trajo a ella.


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