Hoy me he levantado temprano y aún sin despertar, un impulso agnóstico e incontrolado me ha empujado a escribir una columna. Llevo media vida leyéndolas, y por qué no, he pensado, colocarse al otro lado de la página y sentir las miserias que sienten quienes las escriben. Mi enemigo más íntimo, al que saludo desde aquí, reiría chuscamente –y con razón- si ésta fuese publicada...oO
Una webcam me mira fijamente. No parpadea, no sé como es capaz de aguantar tanto. Tendría que llorar un poco. Un árabe aporrea el teclado. Parece que está picando piedras en vez de apretar teclas. El ordenador de la izquierda no funciona, y lo que son las cosas, estuve diez minutos intentando encenderlo, hasta que el dueño del local (de apenas seis metros cuadrados, el local, el dueño tamaño estándar) me dijo con su tez oliva y acento francés, este orgdenadorg no funsiona, ponte en el siguiente, porgfavorg...oO
Miro entre mis piernas y que veo, una banana gigante, con dos nueces a cada lado, un pepinillo que de lo grande lo llamare pepinollo, con dos cerezas a los lados, una calabaza de las rosadas y alargad..oO