Son las ocho de la mañana de un día especialmente frío de febrero. El cielo gris perla, teñido de un ligerísimo violeta empieza a tomar trazos anaranjados en las estelas de los aviones.
Ruidos lejanos de coches me recuerdan que sigo en el mismo sitio. Enciendo un cigarro antes de poner a Lou Reed a un volumen que mis neuronas sean capaces de captarlo. Me siento en la cama, cojo el cenicero y me tumbo de nuevo. Pasan dos canciones y el cigarro se acaba. Busco una toalla y me voy a la ducha. Pero en el servicio me lo pienso mejor, hace mucho frío, mejor mañana. Vuelvo a mi habitación, me cambio los calzoncillos y la camiseta. El resto de ropa, la de ayer. La de antes de ayer. No desayuno, no tengo hambre, aunque al salir de casa cojo una manzana...oO