El otro día traía el períodico que en enero subirá el gasoleo 3 céntimos de euro para igualarnos con Europa. Y pienso yo que ¡ya era hora!, digo, lo de igualarnos con Europa. Así que me voy corriendo a la guarde de mi peque, que me anulen la matrícula; que dice el gobierno que, hasta que cumpla los tres, me quede yo en casa con ella. ¡Todo sea por Europa!..oO
Y yo me quedo aquí, donde persiste tu olor, con sólo ausencia que abrazar. Contaré las horas, los días... Te extrañaré. Y cuando regreses, saldaremos los besos, las caricias, los cuerpos... Contando cuentos a las flores te espero, amor...oO
Aún no habías vivido año y medio cuando te conocí. Estabas en los brazos de tu abuela cuando mi pequeño y yo llegamos a aquella sórdida habitación de hospital. Tu madre pronto se convirtió en compañera de camino...oO
En medio de la oscuridad, Raquel había sentido la necesidad imperiosa de gritar, pero su garganta no se lo permitió. No había sido un sueño, era la realidad más absoluta quien la perseguía. Todavía se escuchó a sí misma la respiración entrecortada y notó los golpes de su corazón en el pecho. Se levantó con la única idea de no pensar. A tientas llegó hasta la bañera. Sí, un baño le sentaría bien, la relajaría. Buscó unas velas e improvisó una especie de velatorio flotante. Cuando se sumergió en el agua aún temblaba. Tomó aire y el agua la envolvió...oO